Una ardua jornada
- tejedoresipes
- 6 oct 2016
- 2 Min. de lectura

Maribel Gutiérrez Lancheros inicia su jornada a las tres de la mañana para hacerle almuerzo a su mamá, a su esposo y para ella misma. Se levanta temprano para poder llegar a tiempo a su puesto de trabajo que está ubicado en la 16 con Décima. Ha trabajado en la calle por dieciocho años y desde hace algunos meses el IPES le asignó un quiosco. Antes de tener el quiosco Maribel trabajó en la Séptima, en la 19, en la 13 y utilizando una carreta donde vendió: “jugos, mango, piña, de todo.” Asegura.
Para Maribel la experiencia le ha ayudado a supervisar a su mamá con más dedicación, pues sufre de diabetes; el nuevo espacio que le ha ofrecido el IPES le ha permitido administrar mejor su tiempo. Anita, por recomendación médica, hace planillas de números y letras para ejercitar el cerebro y mantenerse activa. Así que Maribel está más tranquila en el quiosco en el que se encuentra, ya no tiene que correr y dispone de un espacio en el que Anita se sienta sin problemas a completar sus tareas.

Ella no solo cuida de su mamá, además es la madre de cuatro hijos de veinticuatro, de veintidós, de veinte y de diecinueve y es abuela de cuatro. No tiene, según ella, mucho tiempo para dedicarle a sus nietos, pues siempre está trabajando; sin embargo, Maribel sonrió cuando le preguntamos por la edad de sus nietos, parece una abuela y madre orgullosa y es sin duda una hija ejemplar.
Con respecto a su trabajo ella dice que es como todo, hay días muy buenos y otros no tanto, la gran diferencia que el quiosco hizo en su vida está relacionada con la certeza de que ya no tendrá que salir corriendo y siente que está establecida. Maribel es una de las beneficiarias del IPES y ella agradece principalmente a Dios por la oportunidad que le dio de trabajar en un lugar nuevo.

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