Las ventas informales
De seguro han escuchado o leído casos sobre la reubicación de vendedores informales del espacio público y es probable que no entiendan muy bien por qué deben ser removidos de sus sitios de trabajo y por qué esto representa un problema tan importante en Bogotá. Lo cierto es que los vendedores informales, lejos de estar en una situación de equidad y bienestar, se exponen, con la informalidad, a vivir precariamente y con una estabilidad voluble.
El Instituto Para la Economía Social, IPES se encarga de cerrar la enorme brecha que se crea cuando la gente le apuesta a las ventas informales. La mayoría de nosotros entendemos esa informalidad como un último recurso que ayuda a las personas a generar ingresos de forma honesta y provechosa para sí mismos, pero nos equivocamos al pensar que esta es la mejor alternativa.
Empecemos por definir la informalidad económica: se trata de un grupo de empresas familiares o pequeñas que no están registradas[1]. Entendemos, entonces, que los “empleados” o “propietarios” de estas empresas no están inscritos a sistemas de salud, de pensión o de riesgos laborales; lo que resulta en una vida laboral ininterrumpida e incluso peligrosa. Aunque estas no son las únicas razones que afectan a los vendedores pues, sin saberlo, el permanecer en la informalidad contribuye con la desigualdad de una manera que muchos no consideramos: “Grandes empresas formales compiten, por ejemplo, por el aprovechamiento económico informal del espacio público. Desde el punto de vista del hogar, la informalidad se relaciona a menudo con bajos ingresos en el sector formal.”[2] De manera que las grandes empresas son las más beneficiadas con los negocios informales, pues se aprovechan de los bajos costos comerciales que resultan de este tipo de ventas.
Por lo anterior, el Instituto para la Economía Social, Ipes se esfuerza creando alternativas para los vendedores informales que les garanticen una mejor calidad de vida e ingresos más equitativos. Sin embargo, las ventas informales son un problema complejo que no tiene una única solución. "Resulta enormemente difícil determinar la magnitud de la informalidad económica. Es versátil y flexible, móvil e híbrida. A veces es un gesto; a veces, una actividad; a veces, una constante que articula la vida. Abarca distintos sectores, tipos de empresa y grados de desarrollo; no existe un consenso sobre su definición." [3] Los retos que se presentan en la magnánima tarea por disminuir las ventas informales deben ser igualmente flexibles, por eso la Entidad se propone ofrecer alternativas que sean viables para los vendedores y para la ciudad; es fundamental que las alternativas que se les presentan a los vendedores resulten en la coexistencia y, aún más, cooperación entre todos los involucrados (vendedores, colaboradores del IPES, ciudadanía, etc.).
Finalmente, diremos que: "la existencia de un sector informal, reduce la productividad agregada, dificulta el crecimiento económico, y refuerza, si no genera, la exclusión, la marginalización, la precariedad, y el aumento de las disparidades de salario, y, por ende, las tensiones sociales, generando un círculo vicioso, por el que la economía formal se ve limitada estructuralmente por la informal, pero ésta tiene su origen en los límites estructurales de inserción de aquella en la economía internacional" [4] de ahí que nuestra labor tenga como objetivo integrar a los vendedores informales y presentarles otras opciones para sus ingresos que mejorarán su calidad de vida.
[1] Castañeda, Alberto y García, Jon. Hábitat y espacio público. El caso de los vendedores informales en el espacio público físico de Bogotá. Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría de Gobierno, Instituto para laEconomía Social, PNUD, ONU-Hábitat.Bogotá, 2007. P., 47.
[2] Ibid., p. 50.
[3] Ibid., p. 51.
[4] Ibid., p. 61.
