Un territorio de compañeros
- tejedoresipes
- 22 dic 2016
- 3 Min. de lectura
El pasado sábado -17 de diciembre- la tradicional Feria Navideña en el Parque Nacional nos recibió con sus diversas manifestaciones artesanales, artísticas, gastronómicas y recreativas. Desde las seis de la tarde la gente comenzaba a adentrarse más y más en la Feria. Allí encontramos diferentes opciones para la diversión en familia y para la compra del mejor regalo, fue, en pocas palabras, un grandioso plan navideño.
En medio de las carpas y las luces, encontramos tres caras muy sonrientes en uno de los puestos que ofertaba objetos decorativos navideños; entre muñecos de nieve, de Papá Noel, cosas de marroquinería y prendas tejidas conocimos a Angélica Garzón, una de las beneficiarias del IPES.
Ella nos atendió sin dejar su sonrisa y nos contó sobre su negocio: “nosotras somos un colectivo de mujeres que participan en los diferentes cursos en el Taller de la Madre Micaela de Ciudad Bolívar en donde se aprenden diversas técnicas: bisutería, macramé, croché, porcelanicrón, tejido en hilo.” Poco a poco fue entrando en confianza y aseguró que su alegría se debía a la oportunidad que tenía de vender sus productos en la feria. Angélica nos contó su historia… “Gracias al IPES, que nos dio la oportunidad hace dos años, accedimos a inscribirnos como el IPES nos sugirió y empezamos el proceso. Yo, por lo menos, es la tercera feria en la que participo y me ha ido muy bien. Siempre me ha ido bien, con muy buenos recursos, con muy buenas posibilidades.”


Nos aseguró que habían llegado a su puesto visitantes de otros países, “clientes de Jamaica, ayer estuvo uno de España y han llevado nuestros artículos, entonces eso nos ayuda mucho a estar uno motivado a seguir adelante con su proyecto y más a mirarlo no como la venta callejera, sino como un mejor proyecto de vida para todos.” Fue así que hablamos de los cambios en su negocio desde que se inscribió en el IPES, entre esos cambios Angélica resaltó que ya no tenía que trabajar en lugares que por azar le permitieran ofrecer sus productos, dijo: “antes nosotras trabajábamos en los atrios de las iglesias que era donde nos dejaban o en los puentes peatonales, en centros comerciales que pedíamos permiso y que de pronto nos dejaban trabajar.”

Además, ella se siente muy orgullosa porque el resultado de su participación en el IPES se ve en las mejoras que acumula cada día, en sus propias palabras: “Nos han capacitado, entonces ya nuestro trato es de calidad con el usuario y eso repercute en nuestras ventas, porque ya somos más amables, sabemos cómo manejar el cliente, sabemos cómo llevar una contabilidad de nuestro negocio; no estamos como a la folclórica. Nos han enseñado emprendimiento, entonces en mi caso yo ya creé mi razón social. El año entrante espero registrarlo en la cámara de comercio.”
Finalmente, Angélica nos dijo que desde que conoció el IPES su vida había dado un giro de 180 grados, nos alentó a seguir con nuestra labor y se regocijó con el hecho de que la Feria Navideña estuviera dándole tan excelentes frutos, ella se refirió a la Feria así: “Esto es seguridad, resguardo, vecindad… es que ahora somos amigos, los vendedores nos hemos vuelto amigos, compartimos el tinto, la aromática, el ‘cámbieme un billete.’ Cuando estábamos en la calle era ‘este es mi espacio, es mi andén’, es esa guerra, en la calle es una guerra. Aquí ha sido un territorio de paz. (…) No tenemos que competir con el de al lado, sino ayudar al del lado.”

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