Segunda Fonseca, famosa por preparar la mejor fritanga de Bogotá

Segunda Fonseca es una boyacense oriunda de Socotá, famosa por tener uno de los piqueteaderos más grandes de Bogotá y quizás el más visitado, pues lleva 65 años ofreciendo gallina, papa salada, criolla, longaniza, rellena, chorizo y chicharrón.

Con su voz suave y muy bien sentada, administrando sus negocios, comentó su proceso desde que llegó a la plaza 12 de Octubre, donde escasamente había toldos, una que otra silla y algunos mesones para los que llegaban primero. Los demás les tocaba poner sus productos encima de papel periódico y vender en el piso.

“Estuve casada con un señor que ya murió, tuvimos tres hijos pero me maltrataba porque era muy machista. Además la situación económica en mi pueblo no estaba fácil, así que decidí venirme para Bogotá a probar suerte en casa de mi hermana, quien tenía un local muy cerca en la plaza ubicado en la carrera 30 con calle 70”, aseguró doña Segunda.

Su hermana la recomendó con el administrador de la plaza, a quien le insistió y le rogó para poder tener un espacio y poder vender. Todo iba bien hasta que le preguntó su filiación política y ella muy segura dijo que era conservadora; inmediatamente su respuesta fue no, pues allí solo trabajaban los liberales.

“A partir de ahí dure mucho tiempo sin trabajo, con mucha necesidad y haciendo oficios varios, hasta que me informaron que habían cambiado al administrador. Fui a hablar con él a ver si me daba la oportunidad, empecé a rogarle y cuando me preguntó mi inclinación política, le dije conservadora y me dijo yo también, así que bienvenida y me dio el acceso a la plaza”, afirmó.

Le dieron un toldo, por la afinidad que había tenido con el nuevo administrador y empezó a

vender hueso, carne de cordero, de res y cerdo. Desde el principio tuvo acogida y aunque no era mucha cantidad lo que vendía, siempre quedaban las ollas vacías.

“Un día compre un cerdo pequeño, vendí la carne pero no la viseras y se me ocurrió utilizarlas para preparar rellena. Empecé con 1, después 2, 5 y así sucesivamente me la rapaban; hoy en día vendo 300 diarias”, aseveró.

Recuerda mucho a Antonio Segura, dueño del matadero San Martín y quien en esa época le dio la mano con créditos y mucho respaldo emocional, que como dice ella le dio mucha suerte para salir adelante y empoderarse de su negocio.

Así empezó a poco a poco y después de llegar con las manos vacías a probar suerte a una ciudad que jamás en la vida había pensado en conocer, su carisma y la preparación de la rellena y la fritanga le empezaron a dar reconocimiento inicialmente en el sector, después en la ciudad y ahora en todo el país.

Tiene 8 hijos de dos matrimonios, es viuda y actualmente sus 5 hijas trabajan con ella en los tres locales que tiene; uno dentro de la plaza y dos al frente. Una de las preguntas de rigor fue el secreto de su fritanga y el éxito en sus ventas, a lo cual respondió que lo principal era el amor con que se hacían las cosas y dos el aseo, prepara todo el mismo día, y mantener los productos muy bien refrigerados.

“Nunca me imaginé tener lo que hoy tengo, pues mis padres fueron muy pobres y mi esposo muy egoísta y maltratador. Gracias a Dios, a la virgen y a mi trabajo, hoy la gente conoce mi negocio y les gusta mucho la fritanga que preparamos diariamente”, comentó.

La historia de esta mujer deja mucho por reflexionar. De mi parte, entender que las limitaciones las genera uno mismo y que cada quien, de acuerdo a como quiere vivir su vida, puede salir adelante, ser exitoso y emprendedor o vivir dentro de la conformidad.