Marta Pedraza, una mujer que entendió que su discapacidad tiene un propósito de vida

“Perdí mi visión hace nueve años por el desprendimiento de retina y no te imaginas el cambio y lo duro que fue para mí, después de haber visto toda mi vida y quedar de un momento a otro sin poder ver absolutamente nada”, relata Marta Pedraza con un sonido de voz que mezcla resignación pero a la vez mucho optimismo.

Marta era de las personas que jamás pensó llegar a estar en condición de discapacidad, pues según ella era una mujer que pensaba que la cosas malas solo le pasaban los demás y como siempre trabajó como enfermera ayudando a curar a los demás, jamás llegó a imaginarse como esta prueba de vida la iba a llevar a conocer su verdadera misión en este planeta.

Antes de quedar invidente, estudió enfermería y se dedicaba a trabajar en el sector de la salud, llevaba una vida normal y no tenía mayores afujías en su diario vivir. Cuando se le desprendió la retina, los oftalmólogos no pudieron hacer nada, pues científicamente la ciencia no ha incursionado en el trasplante de ojo ni de retina.

“Cuando perdí mi visión entré en un estado de depresión y critica y me preguntaba por qué me estaba pasando esto a mí. En ese momento mi vida dio un giro de 180 grados y todo empezó a cambiar”, comentó Marta

Después de durar meses sin querer saber de nadie, ni siquiera de la vida, apareció una mujer que le ayudó a darse cuenta que las cosas pasaban por algo y que era el momento de entender la razón del por qué estaba pasando por esa prueba. Juntas empezaron a vender bolsas plásticas y productos desechables para tener un sustento económico

Con el tiempo decidieron empezar a elaborar sus propias bolsas y como no tenía suficiente dinero, pedían ropa usada, la lavaban y con ese material hacían sus bolsas. Dentro de su emprendimiento y el desarrollo de un talento que nunca imaginó tener, empezó a crear bolsas biodegradables, reutilizable y amigables con el medo ambiente.

“Después de asumir y aceptar mi condición, entendí que mi misión está enfocada a mejorar el medio ambiente y contribuir con este planeta para hacerlo más vivible. Desarrollé a través de mis manos un sentido de imaginación que me llevó a crear unas bolsas, las cuales comercializo con mensajes de sensibilización para la gente sobre la importancia del cuidado del medio ambiente”, comentó con mucho entusiasmo

Vinculación con el IPES

La venta de las bolsas las hacía en la calle y muchas veces sin compañía de su socia y amiga Clementina; fue víctima de robos y estafas. El equipo trasversal de la entidad le ofreció una alternativa para que tuviera un lugar digno donde trabajar con seguridad, servicios públicos y comodidad.

Para la feria de las madres que se llevó a cabo el pasado 5 de mayo en San Andresito de la 38, el IPES le dio la oportunidad de participar y tomar un curso en el que se le enseñó atención al cliente, emprendimiento, manufacturación y exhibición de producto. Actualmente no solo comercializa las bolsas, también montaron una miscelánea con oferta de productos como: joyería, cuadros y artesanías

En el marco misional del IPES se vinculan personas en condición de discapacidad, se les brinda cursos en formación y capacitación de acuerdo con su modelo de negocio para que sean competitivos y tengan las herramientas necesarias para que salgan del espacio público y se vinculen a espacios dignos con condiciones distintas a la calle.